Oficialmente es mi libro favorito. Tengo la necesidad de escribir fragmentos de este, ya que considero que la forma en que está escrito es perfecta y además llegó a mí hasta el punto de hacerme llorar.
Lo recomiendo, y aviso que es un libro extenso, pero si te agrada la lectura y más aún si te gusta el tema, vas a disfrutarlo tanto como lo hice yo.
"Un hombre al borde de la vejez decide escribir sus Memorias sobre el único acontecimiento que importó en su vida: el amor por Xóchitl, su hermana, quien falleció durante una peste que asoló cierta región de Piura, cuando ella entraba a la pubertad. Veraz, crudo y recatado al mismo tiempo, el "memorialista" evoca los orígenes, fundamentos y culminación de una relación de amor."
A mi parecer, la reseña no es tan llamativa y el título del libro tampoco, al principio no me llamó la atención, ahora lo considero el libro más apasionante que he leído.
La historia es narrada por Guencho, quien tuvo a Xóchitl, su hermana, como el amor de su vida. "Hubiera querido que esta historia la escribiéramos Xóchitl y yo"
Como dije antes, necesito escribir algunos fragmentos del libro:
"Xóchitl en lengua náthuatl significa flor. Xóchitl es la madre de las flores. Es la flor. Es mi flor. Mi flor prohibida... ¿Prohibida? No lo pensaba así Xóchitl. Y el día decisivo de nuestro amor hubo una loca y desenfrenada batalla de flores, un diluvio de pétalos de rosa saturados de un aturdidor aroma corrupto y funerario y que empezaban a marchitarse. Pero al final habíamos quedado solos en la inmensa casa, ya que Papilio, "nuestro hijo", era un ángel que no pertenecía a este mundo y Artemisa, la negra Artemisa, fue siempre nuestra aliada. [...] Hoy,casi medio siglo después, [...] he sentido la necesidad urgente de narrar, de evocar esos días en que conocí el temprano amor, la felicidad, el castigo y el dolor que no acaba.
Poco antes de morir, Xóchitl [...] me prometió que el día que yo muriera, ella, vestida de negro y con rosas de todos los colores, me esperaría por estos campos de Monte de los Padres. [...] Que estas páginas queden como una premonición del reencuentro definitivo.
[...] "Incesto. Aberraciones. Contranatura. Estigmas. Descendencia. Fraticidio. Mitos Atiguos. La Biblia. No médico. Moral. Infancia. Inocencia. Amor puro. Absoluto. Nadie a quien amar. Huérfanos. Soledades..."
[...] ¿Qué debo hacer con los chicos? Separarlos. Ningún castigo. Simplemente eso: Separarlos. - Pero si eso sería el castigo más cruel.
[...] Sus sarcasmos y bromas irreverentes con respecto a Constanza no eran del todo sinceros y, por lo menos esa noche, sintió (al igual que yo) todo el peso de su ausencia.
- La extrañas, ¿verdad? ¡No mientas, Guencho!
- Sí. A veces. Pero no la recuerdo nada.
- Estaba completamente chiflada. Tú te hubieras enamorado de ella.
- No hables así, Xóchitl, fue nuestra madre.
- Una ridícula que jugaba con muñecas. La loca que se creía cantante de ópera. Pero te habría hechizado.
- Constanza está muerta. ¿Entiendes, Xóchitl? Muerta.
- Pero te sigues poniendo triste cuando piensas en ella.
- ¿Y tú no, Xóchitl?
[…]
- Sí sólo una de las dos tuviera que vivir, ¿a quién elegirías? ¿A Constanza o a mí?
- A ti, Xóchitl. ¡A ti!
- Eres un mentiroso, Guencho. Pero me gusta que mientas. Quiero que siempre recuerdes lo que te voy a decir: yo no te hubiera podido compartir con ella.
[...] Serían reuniones "fantásticas, fenomenales", le oía decir. Y una vez, hablando con Calola Garcés, le escuché la palabra orgía.
[...] La lectura del Diario de Xóchitl corroboró lo que ella misma me revelara cuando puso término en forma decidida y nada cortés a aquellas veladas en que desplegó toda su energía y poder de seducción. El Diario es muy explícito sobre los dos objetivos que se propuso alcanzar con esas reuniones que tanto me hicieron sufrir, pero a ella la exaltaron y llenaron de orgullo. La noche que volvió a dormir conmigo me dijo: "Oh, Guenchito, mi amor, nada en el mundo se compara a lo nuestro".
Pero fue la otra meta que se propuso Xóchitl al organizar estas reuniones lo que en verdad me hizo sufrir. Peleamos, estuvimos varios días sin hablarnos y eso fue lo peor del cruel juego (más bien del terrible plan) que mi hermana imaginó y puso en marcha. Le dije:
- Xóchitl, no hagas esto. A nadie amo más que a ti. Ninguna otra chica me parece más linda que tú.
- A mí no me parece – afirmó.- He visto cómo miras a la Beba Ugarte y a Vilma Balarezo.
- ¿La Beba? ¿La Santurrona de la Beba Ugarte?
- ¿Y qué me dices de Vilma Balarezo?
Titubeé unos instantes porque no quería que existieran mentiras entre nosotros.
- Es bonita. También me gustaba hablar con ella. Pero es distinto a lo que siento por ti.
- ¡Claro que te gusta! ¿Crees que no me di cuenta, pese a que querías disimular, cómo se te iban los ojos hacia ella cuando organicé el desfile de las chicas para que tú eligieras quién tenía el calzón más sexy?
Me pareció muy injusto lo que aseguraba Xóchitl, sin contar con que yo me opuse, en contra de los deseos de los otros chicos, a que se celebrase aquel absurdo desfile de modas de ropa interior, porque me sublevaba la idea de que otros ojos se posaran en el cuerpo de mi hermana.
- ¡Bien sabes cuánto me opuse a ese maldito desfile! No podía soportar que Catota, el loco Olivero y Calola, que se mueren por ti, te miraran.
[...]
- Vilma Balarezo le aseguró a Calola que a ti te gustaba ella. Calculabas la hora en que iba al colegio y la esperabas. No le decías nada, pero se miraban y una vez ella te sonreió. ¿Nunca se besaron cuando se escondían juntos?
- ¡Nunca! Te lo puedo jurar. Y ahora me toca a mí. ¿Con cuál de los tres te besaste? ¿O te besaste con los tres?
- Grandísimo tonto. Debería darte una cachetada.
[...]
"Así celebraremos tú y yo - me dijo Xóchitl- cuando acabemos con el viejo. Pero eso sí, Guencho, te prometo que nuestra fiesta será muy, pero muy alegre". Después discutimos sobre la forma en que la artista, caída en la locura definitiva, tira varias veces del gatillo de su revólver contra el amante, cuyo cuerpo queda flotando en la gran piscina de la mansión. No hacía mucho que Don Elías había vendido su colección de armas, pero sabíamos que guardaba una pistola en el velador de su cama. Aquella vez nos miramos en silencio pensando en lo mismo.
[...] A la madrugada siguiente, poco antes de las cinco de la mañana, falleció nuestro viejo padre rodeado de monjas y curas. [...] Después volvimos al Mirador y nos asomamos a la avenida Grau ya iluminada por el sol. Xóchitl entrelazó sus dedos con los míos y entonces el esperado sentimiento de libertad fue abriéndose en nosotros. Siempre habíamos soñado con una celebración cuando llegara este momento y con seguridad la haríamos aunque luego tuviéramos que huir y abandonar para siempre de nuestra casa.
[...] Ríanse de la precocidad de que tanto hablo en estas páginas: ahora sólo éramos una atemorizada y ansiosa pareja púber que comprendía que nada de lo que había leído o escuchado le servía para este tramo aún desconocido del acto amoroso. Entre el pudor y la torpeza y el deseo y la infinita ternura hubo que descubrirlo todo de nuevo. No diré más. Luego de contemplar y recorrer y saborear nuestros cuerpos, embellecidos por el torrente de aguas perennes, con sus manos cálidas Xóchitl me guió para entrar en ella.
[...] Aunque entonces no lo hubiera podido expresar, se requiere una cierta perspectiva y una peculiar disposición del espíritu para contemplar la belleza. Momentos antes, en el arrebato del deseo, confundidos entre los besos y caricias, yo no había visto realmente a Xóchitl en la maravilla de su desnudez. Ahora era como si la contemplara por primera vez.
[...] Se acercó a mi hermana con sus ojos pequeños surcados de millones de arrugas la observó unos instantes y preguntó:
- Le duele la garganta, ¿Cierto blanquita? Más tarde le dolerá más.
- ¡Y a ti qué te importa, viejo! – replicó con su voz grumosa y lacerada.
- Permíteme tocarte la garganta, blanquita.
- ¡No te atrevas a poner tus asquerosas manos, viejo!
- ¡Es la peste! – sentenció este. – Ya era hora que no pagaran más los inocentes por los pecadores.
[...] "No hables, mi amor", le susurré al oído; luego jalé la butaca y, cogiéndole una de sus manos, me senté junto a la cabecera de la cama.
Unas tres horas después, falleció Xóchitl. [...] Yo seguía manteniendo la mano de mi hermana entre las mías.
[...] El cuerpo de Xóchitl parecía convulsionar, movía la cabeza de un lado a otro y se asfixiaba. Acudió el médico. Las mujeres redoblaron sus rezos. De pronto, abrió los ojos y me buscó con la mirada y con los días supe que fue en ese momento que ella expiró. Pero yo continué aferrado a su mano.
[...] ¡El mundo sin Xóchitl! ¿Para qué vivir en este mundo?
[...] Y entonces empecé a llorar por Xóchitl, y supe que este llanto no terminaría sino con mi propia muerte.
5 comentarios:
Me lo tienes que prestar (:
... wao.
llore casi al final.
ya, pasa tu direccion.
voy a que me lo prestes (:
lindisimo resumen.
waoo!! aunque no entendi muy bien x)! me encantaron algunas partes y además suena interesante, si fueras una amiga mia o studiaras en mi colegio te lo pediria prestado x)!! tendre qe esperar un poco para conseguirlo!
cuando dijiste que era una obra extensa me hiciste acordar de 'El Huesped' esa novela es grandiosa!! yo estoy leyendo como agua para chocolate...tengo examen este viernes x)! oy fue un dia muy fuerte, para mi, creo que lo escribire, y sigue escribiendo!
cuidate besos!
sí, miguel Gutiérrez tiene una novelística buena. Te recomiendo también "La violencia del tiempo".
Me gustó leer tu homenaje a "El Mundo sin Xóchitl". Pues sí, es realmente una obra maestra que ha pasado muy desapercibido acá en el Perú. Cuando leí la crítica que comentaba al respecto de este libro, supe desde ya que quería adquirirlo como sea. Pasó el tiempo y en una feria del libro pude tenerla entre mis manos. Si bien es cierto que es una lectura que requiere paciencia por su extensión, realmente la obra lograda por Miguel Gutiérrez es superior a otras novelas que haya leido (sobre todo de autores peruanos).
Al principio sentí que no me jalaba tanto, que no me atrapaba. Pero luego fui avanzando las páginas y realmente vislumbré todo un universo creado por Xóchitl y Güencho, tanto así que me quedé atrapado por la trama y por sus personajes. En un viaje corto que hice con mi familia hacia Talara (Piura), me llevé esta preciosa obra para terminarla en el recorrido. Algo de poético había en el hecho de leer sobre la misma tierra piurana en que "sucedieron" los acontecimientos ahí narrados.
Debo admitir que sí me dio mucha pena y tristeza que se muriera Xóchitl y que se acabara la novela. He sentido la muerte de Xóchitl como si realmente se hubiera muerto una persona cercana a mi.
En esta nota publicada en mi perfil de facebook, hago un pequeño homenaje a la novela "El Mundo sin Xóchitl".
Abelguzmanr.
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