jueves, abril 23

Me perdí

y no me encuentro. Tengo muchas cosas por escribir pero se quedarán a mi lado un tiempo más.

No tengo mucho tiempo para el blog, no hoy, no esta semana, no este mes.

No quiero dejar de escribir, la mandarina sólo se quedó en el mostrador mirando a la gente pasar. Ya volverá.

domingo, abril 12

El método Gronholm.

"No buscamos un buen hombre que parezca un hijo de puta, lo que queremos es un hijo de puta que parezca un buen hombre. Adiós y gracias.”

Libreto (una pequeña parte):

Mercedes cuelga el celular.

Mercedes: Mi madre ha muerto.
Carlos: ¿Qué dices?
Mercedes: Que ha muerto.
Enrique: Hostia...
Carlos: ¿Qué ha pasado?
Mercedes: La tenían en la UVI... Un ataque de corazón.
Enrique: Lo siento.
Carlos: Pero si hace rato te han llamado...
Mercedes: Se ve que mientras que estábamos hablando ya había entrado en crisis y mi hermana aún no lo sabía.
Carlos: Mercedes...
Mercedes: Bueno, me debo ir.
Carlos: ¿Quieres que te acompañe? Yo también me debo ir.
Mercedes: No es necesario. Tengo el coche aquí... Mierda. Debería haber ido cuando me llamó antes.
Carlos: Tampoco hace tanto. No habrías llegado a tiempo.
Mercedes: Pero no he ido. Me he quedado aquí. Mierda.
Carlos: Quizás es mejor que no conduzcas. A mí no me importa.
Mercedes: Gracias.

Mercedes y Carlos recogen sus cosas.

Fernando: Me sabe mal.
Mercedes: ¿A ti?
Fernando: Sí, a mí.
Mercedes: Tú lo único que piensas es... Mira, dos menos.
Fernando: Soy un malparido, pero no tanto.
Enrique: Estoy seguro de que entederá que te debes ir.
Fernando: Al principio han dicho que quien se marchara, fuera por lo que fuera, quedaba eliminado.
Carlos: Cómo puedes ser tan...
Fernando: Es lo que nos han dicho.
Enrique: En todo caso, no eres tú quien lo ha de decidir.
Fernando: No, pero lo han dicho.
Mercedes: Espero que te elijan. Yo lo haría. Hijos de puta como tú no se encuetran cada día.
Fernando: Eh, que yo no he matado a tu madre.

Mercedes lo mira, enfurecida.

[...]

Mercedes: Me quedo.
Carlos: ¿Qué?
Mercedes: Que me quedo.
Carlos: Mercedes...
Mercedes: Está muerta. No viene de media hora.
Carlos: ¿Cómo puedes decir una cosa así?
Mercedes: No puedo irme.
[...]
Fernando: Se nota que entre tu madre y tú había cariño.
Mercedes: Di lo que quieras. A mí no me pondrás nerviosa.
[...]

Carlos abre la puerta y se va.

Mercedes: Mi madre haría lo mismo.
Fernando: Cojones, qué familia.

Por Jordi Galcerán, “El mètode Grönholm”



Sacado de un blog:

¿Quieres llegar alto y rápido, como un cohete?
¿Quieres triunfar en el juego salvaje de la vida?
Es lo más fácil del mundo.
Antes de lanzar los dados, antes de escoger si te toca el barquito, la plancha o el zapato, tienes que tomar una decisión: volverte un hijo de puta.
Nada de estudiar.
Nada de ser honesto y poner la otra mejilla.
Tampoco leas El Secreto porque este secreto es más útil y te lo doy gratis: vuélvete un hijo de puta.
Comienza mintiendo, como todos.
Luego, búrlate de los demás. Ridiculízalos.
Minimiza, despersonaliza, condena, segrega, divide y avanzarás 4 casilleros.
Después ponte arriba a punta de prejuicios: condena a las mujeres, a los gays, a los sensibles, a los que pelean, a los que no obedecen, a todos. Así darás más rápido la vuelta al tablero. Sin escrúpulos. Sin parada libre.
Maltrátalos en nombre de la normalidad: eso te pondrá por encima y te dará autoridad moral e intelectual, aunque seas ruin y no sepas nada.
Si eres chola maltrata a cualquier mestiza y usa oro, mucho oro.
Si eres ignorante, pontifica.
Rebaja a todos en grupo y brilla tú solito. Sigue, sigue avanzando y pasarás por Go.
Pisa cabezas, traiciona, desprecia. Habla mal de tu jefe pero nunca a él, porque puede corregirse y mejorar y recuerda que él también compite. Genera basura y culpa a los demás. Haz trampa con los dados y no lo admitas: ser cínico se parece a ser cool y ser ofensivo se parece a ser sincero. Jamás confieses tus debilidades y si lo haces, que parezca que estás enseñando a los burros ustedes que no han vivido lo que he vivido yo.
Ahora, genera violencia. Chismea, enfrenta, secretea, usa a los otros para fines tuyos que ellos no conozcan. Sal de la cárcel gratis. Ya estás ganando: pégate a los grandes. Frecuéntalos. Aparece en la foto. O al menos habla bien de ellos. Duda del Holocausto. Rescata a Milosevic. Admira el pragmatismo de Fujimori y la firmeza de Pinochet y aspira a ser igualito. Gánate la cumbre de todos tus afanes y cuando estés allí sigue siendo el de siempre, o mejor, sé peor y hazte admirar: "hijos de puta como tú no se encuentran todos los días." Y si sientes culpa –de repente, entredormido- mira tu carrazo, tus ferrocarriles, tu fama, tu casa en Paseo Tablado o lo que sea que hayas conseguido y ponle al lado el mejor psicólogo. No un psicólogo laboral. El psicólogo perfecto. Uno que sea capaz de hacer sentir bien a alguien que ha luchado tanto como tú.

Por http://blogs.elcomercio.com.pe/tuvidaespuroteatro/ (Visiten el blog, es muy bueno)


Me tomé la libertad de ponerlo en mi blog luego de leerlo, ya que esta obra me hizo pensar mucho sobre cuanto uno desea ser alguien.


PD: No apoyo los consejos dados, sólo son pensamientos de un personaje que me parecieron interesantes.

viernes, abril 10

Te extraño.

"Todos tenemos momentos en los que nos sentimos solos, ¿no?" me dijo al teléfono.

Acababa de regresar del trabajo y se preparaba una leche, "que feo es voltear y que no haya nadie, quise escuchar tu voz antes de dormir", qué ganas de llorar tuve. Qué ganas de quitarle esa soledad, qué ganas de abrazarlo y reírme con él, qué ganas de ser su niñita, con quien jugaba todo el día.

-

Daría todo porque no te sientas así.

Me gustaría retroceder el tiempo, para disfrutarlo más, para volver al parque, como lo hacíamos antes, patinar, caminar, jugar chapadas y escondidas hasta caerme al suelo y que tú me levantes, me ayudes a lavarme y me prepares algo rico de comer para aliviar el dolor.

Cómo quisiera, sentarme de nuevo a tu lado y ver partidos de fútbol, con mi mamá al lado, a veces aburrida, a veces emocionada, pero siempre ahí, cuidándonos. Insultar a los jugadores cuando hacen algo malo, saltar y gritar por cada gol peruano.

Echarme a tu lado y ver televisión era lo mejor del mundo, ver a quienes nosotros llamábamos nuestros héroes, ¿quiénes eran? Los tres chiflados y Garfield. Veíamos también programas como Pataclaun y la Paisana Jacinta.

Me encanta la manera en la que me tratabas (y me tratas), jamás olvidaré cuando me pedías que me acerque para contarme un secreto y eructabas cerca de mi oreja (¡Y no hablemos de mocos!). Recordé nuestros juegos que eran un poco toscos, a uno lo llamábamos Karate, los dos en medio de la sala pegándonos. Claro, tú siempre me tratabas con cuidado, siempre me dejaste ganar. Ciertas veces te di buenos golpes, tú sólo te reías mientras te sobabas. Jugábamos al hilito de baba, tenías que formar el hilo de saliva más grande posible desde tu boca hacia mi cara, pero la saliva no debía tocarme por nada del mundo. Jamás me cayó nada, en cambio yo no pude controlar mi saliva y muchas veces tu cara quedó mojada. Nuestro famoso juego llamado dedo gordo en la boca, un juego que sólo tu y yo jugaríamos. Ni hablar cuando mencionaba que tenía que ir al baño, lo primero que hacías era gritar "¡COSQUILLAS!" mientras yo corría desesperada, muchas veces mi pobre vejiga no pudo aguantar. La última vez que me hiciste cosquillas fue la última vez que viniste a Perú, estaba amarga por alguna cosa y te propusiste hacerme reir, corrí por toda la casa pero igual me alcanzaste. Eso fue cuando tenía 15 años, ya tengo 16 y necesito más cosquillas.

Te agradezco tanto esos juegos, te agradezco cada vez que me dijiste "Eres una palomilla, y me encanta que seas así". Siempre te gustaron mis travesuras, siempre te gustó que las profesoras digan que soy buena alumna "pero" muy habladora, siempre me dijiste que no querías que fuera primer puesto, te bastaba con ver mi esfuerzo y que fuera alguien alegre, siempre dispuesta a jugar.

Gracias a ti sigo siendo una niña, porque tú siempre fuiste un niño conmigo, gracias a ti aprecio la hermosura de jugar. Me enseñaste que madurar no es crecer, y que no crecer de corazón es lindo. Me enseñaste que es más divertido ser un niño que ser un adolescente típico. Que hay mil maneras de reir, mil maneras de respirar el aire, mil maneras de decir "Te quiero".

Gracias a ti soy lo que soy.

¿Sabes? a veces me cuesta dormir, y en lugar de soñar me pongo a llorar. Extraño tus cuentos, aquellos que, si bien no me hacían dormir, me hacían reir. Nunca me leíste uno, y eso fue lo mejor de todo. Me contabas tus propios cuentos, tus versiones de los que son clásicos, veías imágenes de libros y sacabas historias diferentes. Moriría por un cuento más.

Luego de reír, podía soñar. Nosotros teníamos un jardín que visitábamos en sueños, tenía muchas flores y cada noche cambiaban de colores, siempre jugábamos ahí. Era el mundo perfecto, todo era lindo y nunca habían problemas, no había nada por qué preocuparnos. Cuando despertábamos me preguntabas si me gustó el jardín ese día, yo siempre te decía que sí, pues siempre estaba hermoso. Le contábamos a mi mamá de qué colores estaban las flores, y qué juegos habíamos jugado en ese sueño. Pasó el tiempo y un día me dijiste qe siempre visitabas el jardín pero ya no me encontrabas, fui unas veces más y el tiempo volvió a pasar. Otro día, antes de dormir, me contaste que fuiste a nuestro a jardín y estaba marchito. Desde ese momento suelo visitarlo para mantenerlo, y me encanta cuando te encuentro ahí.

Me arrepiento de cada día en que no quise salir contigo, y te quisiera pedir perdón por cada cosa que he hecho o dicho que te haya dañado. Quisiera recuperar todo el tiempo que no te veo. ¿Sabes de lo que más me arrepiento? De no poder decirte todo esto ahora, no poder decírtelo al teléfono. Sin embargo, un día te lo mandaré como una carta o te lo diré de frente, pues no quiero que llegue el momento en que diga "Es muy tarde, y nunca se lo dije". Te prometo que sabrás todo esto.

La verdad es que te extraño, y te quiero a mi lado. Extraño reirme contigo, extraño dibujarte cosas, extraño dedicarte mis partidos de basket, extraño jugar contigo, extraño todo lo mencionado antes.

Hasta ahora tengo el recuerdo de tu pared con un dibujo que te hice más o menos cuanto tenía seis años, "Te quiero papá" y mi mamá y yo junto a ti, los tres pintados con acuarelas, plumones, y colores. Enmarcaste el dibujo y es el único cuadro colgado en tu cuarto, una vez me dijiste que nunca lo dejabas de ver.

Me haces falta papá...

Te amo más que a mi propia vida. (Papá, papá, papá. Qué linda palabra.)

Regresa, por favor.

-

*No me siento satisfecha con esto pues tú te mereces un escrito mucho más lindo y mucho más largo. He llorado tantas veces por no tenerte cerca y también de felicidad por tener al mejor papá del mundo.

viernes, abril 3

Andrea.


Hace unos días empecé a abrir cajones, latas y cuadernos que hace tiempo no veía. Encontré muchas cartas, sobre todo de Andrea, encontré además un anillito rosado (que ya no me queda) que ella me regaló hace muchos años.

La conocí en segundo grado de primaria, cuando en el salón nos sentábamos en grupos, las carpetas (que son de dos personas) se juntaban para formar grupos de seis personas. Gracias a Dios nos pusieron juntas, ella se sentaba al frente mío con una amiga, Lourdes. No recuerdo quiénes eran los otros tres del grupo, pero eso no importa. Andrea era muy tímida, no hablaba mucho, sólo con Lourdes, pero siempre en voz baja. Poco a poco empezó a hablarme a mí también y empezamos a pasar los recreos juntas.

Luego comenzamos también a contarnos todas nuestras cosas (aunque a los 7 años, el mayor secreto era quién te gustaba). Empezamos a jugar basket juntas, ella ya entrenaba y yo me metí para estar más tiempo juntas (pensar que luego el basket se volvería la pasión de mis días :D).

Luego empezamos a llamarnos "mejores amigas".

En tercero nos volvió a tocar en el mismo salón, apareció una nueva amiga que las dos quisimos y queremos mucho, y junto a ella nos dimos cuenta de un defecto nuestro: éramos celosas. No me gustaba la idea de que otra pueda ser su mejor amiga, y a ella tampoco le gustaba esa idea conmigo. Recuerdo que si una hablaba mucho de alguna amiga, la otra se resentía. Sin embargo, apredimos que eso no podía ser así, que podíamos tener mil amistades pero ninguna sería como la nuestra.

En cuarto (y quinto) hubo pocos celos, pero no fueron un problema. Eran celos inocentes y mínimos que se arreglaban en un minuto con sólo ir a comprar al kiosko antes de entrenar basket. Tuvimos otros problemas, eso es cierto. No los recuerdo bien, lo que recuerdo son las reconciliaciones pues lo mejor es guardar en la cabeza las cosas bonitas. Muchas fueron en medio del entrenamiento de basket, corriendo, nos decíamos lo que pensábamos y si habíamos rajado la una de la otra, nos lo contábamos. Eso me encantaba, yo sabía que si peleábamos y hablaba mal de mí, me lo diría. No creería que hubiera rajado de mí si me lo decía otra persona, tenía que ser ella y nadie mas, la persona en quien más confiaba. Y lo mismo conmigo, yo también se lo decía todo.

Arreglábamos las cosas, y me acuerdo que cierta vez nos confesamos que lloramos porque no aguantábamos el no hablar ni estar juntas.

Sexto de primaria, a mi parecer fue nuestro año. Lo que más se quedó grabado en mi cabeza, fue ese día en que entramos a unas cabinas y nos encontramos una agenda. decidimos guardarla y hacer como si nunca la hubiéramos visto. ¡Qué verguenza pasamos! no teníamos malas intenciones, y la prueba de eso es que la agenda era realmente fea. Lo que queríamos era leer lo que había adentro. Era un sábado, Andrea y yo quedamos en que leeríamos la agenda en lunes en el recreo y yo me la llevaría a casa mientras tanto. Me hizo prometer no leerla, y así fue. El lunes la leeríamos juntas, nos reímos por las huachafadas de una chica que no conocíamos, hablaba de su gran amor, del cual no recuerdo su nombre. Tiramos la agenda al tacho de basura luego de haberla leído entera.

Teníamos una confianza tan grande para burlanos de quien queríamos, rajar y preguntarnos qué ponernos, llorar por no querer separarnos (ya que había posibilidad de que vaya a vivir a Estados Unidos), bailar Axé, llamar a la gente para molestarla, contarnos todo, realmente todo y no decírselo a nadie, hacernos mil cartas, ir al cine y tirarle canchita a la gente, comer y pasar el día juntas luego de cualquier partido de basket, estar con mi familia en la reunión de mi primera comunión :'), hacer pijamadas y no dormir, ir juntas a cabinas porque no teníamos internet, ir a la piscina... reír como locas, llorar también.

Nosotras jugamos desde muñecas hasta basket, hablamos desde niñerías hasta cosas serias. Fuimos mejores amigas desde segundo de primaria hasta primero de secundaria, crecimos juntas y junto a ella dejé las barbies y la talla 10.

Hace meses que no hablamos y hace años que no salimos, sin embargo aún recuerdo que su cumpleaños es el 22 de enero, que siempre le gustaron las series argentinas, y que fue ella quien me enseñó que sí es posible llorar por una amiga.

Es increíble todo lo que puedes sentir al abrir un cajón, latas o cuadernos y encontrar cosas que hace tiempo no veías... leer cartas de hace años y darte cuenta cómo has cambiado del pasado al presente.


- Andrea, como esto es serio, decirte "te amo" sonaría muy comprometedor y extraño, pero un "te quiero" sería muy poco,
así que de una manera fresca y espontánea: T E A M O ! :D