martes, diciembre 30

Alma en pena

Sentada en mi cama, en la oscuridad de mi cuarto, el televisor está prendido, veo a Bart Simpson que dice "Sólo necesito mi honda y una buena piedra". Suenan las rueditas de mis hamsters, están corriendo.

Me pongo a pensar.

Supongo que nos ha pasado a todos, me refiero al sentir que nada está bien. A ese algo, que hace que le respndas de mala manera a quienes más quieres, que te vuelve un poco paranóica, que hace que te preguntes cosas como porqué te sientes así o porqué actúas así con los demás.

Es exactamente eso que hace que la oscuridad de mi cuarto no esté bien, que Bart Simpson no sea el mismo y no me haga reír, es lo que hace que una persona se abandone. Deje de comer, deje de dormir.

Deje de vivir.

Eres un alma en pena, que camina entre tanta gente hipócrita que parece estar viva, un alma que no necesita del sueño, de la comida, de motivaciones. Porque ya perdió lo que es de verdad importante.

Porque sólo estás aquí esperando tu final, no encuentras razón para alargar tu vida, tampoco para terminarla. Tú no encuentras razón para nada.

Hablas con mucha gente pero no conversas con nadie, te sientes sola y ya no te importa. Perdiste la confianza que tenías en todos, tantas promesas y ninguna cumplieron. Ya no vas a caer, te sentarás a observar todo lo que está a tu alrededor, no piensas interferir.

Tú solo eres alguien que nadie ve.

...

Deja de llorar.

Es momento de saber cómo son las cosas sin ti. Te dañaron con cosas insignificantes: mentiras, hipocresía, una carta y frases irónicas... y ahora es tiempo de callar. Sólo espera tu final.

Eres un alma en pena con una mirada al vacío, te acuerdas de sentimientos amargos, no sabes cómo olvidarlos. No podrás lograrlo.

Suena un canción de Gloria Trevi: "No debí parar mi corazón, estando tan lleno de amor"

Interesante.

Después de días mi barriga suena de hambre,

2:29 am. Apago el televisor que está pasando un programa que no conozco, y cierro mi cuaderno.

viernes, diciembre 26

Melocotón y Vainilla ♥


Mis dos pequeños y hermosos hamsters, me los regaló mi gordo por Navidad. Quiero darle las gracias porque ha sido el mejor regalo que me han dado por esta época, porque no es algo material: tienen vida, y eso me encanta.

Me encanta porque en mi cuarto ya no soy sólo yo, ahora hay dos linduras corriendo y comiendo. Ya no me siento tan sola antes de dormir, me gusta estar con ellos porque además, pienso que una mascota no sólo es para hacerle compañía a su dueño, sino que también es para que su dueño le haga compañía a ella.

Hace un rato estaba con Melocotón y Vainilla (así se llaman mis ricuras), y les abría la puerta de su casita, unas veces salía Melocotón, otras salía Vainilla. Tienen que turnarse porque si no se escapan, ¡son muy escurridizos! Es el segundo día que los tengo y ya me encariñé demasiado con ellos, así como ellos ya me tienen confianza. Ayer me costó un poco de trabajo poder cogerlos, se asustaban y no les insistía mucho para que no piensen que soy como Elvira (la niña espesa que molesta a Pinky y Cerebro y a varios Looney Tunes). Sin embargo, poco a poco pude tenerlos en mi mano y me encanta cuando caminan hasta mi hombro.

Continúo con lo que estaba haciendo hace un rato, limpié su casita y para eso tuve que sacarlos de ahí y los puse en una batea mientras mi mamá los cuidaba, lo hice rápido porque creo que a Vainilla no le gusta la batea, claro, es obvio.

Cuando su casa ya estaba lista, pasé a Vainilla para que esté cómoda, y cuando tuve que pasar a Melocotón, que estaba dormido, me mató la ternura que sentí. Estaba echado boca arriba, con sus patitas enrolladas, parecía una bolita llena de pelos con narizita y patitas rosadas. ¿Parecía? ¡Lo era! No pude soltarlo, se veía tan lindo.

Cuando se levantó me miró y yo me pregunté qué es lo que provoca tanta ternura, tanto de Melocotón como de Vainilla, ¿Será su pelo suavesito? ¿o sus lindas patitas? ¿quizás su colita rosadita? ¿o la mirada indefensa que muestran? ¿podría ser su forma en la que bostezan, sacando su lenguita? ¿la forma en la que toman agua demostrándote que dependen de ti? ¿la forma en la que duermen? ¿o en la que se despiertan, cuando se esfuerzan por abrir sus ojitos? ¿o simplemente su pequeño tamaño? ¿o la manera en la que me hacen compañía?

Por todo. Es absolutamente por todo, no sólo por eso, es también por la forma en la que se paran con dos patitas, la forma en la que se quieren comer mi pelo, mi ropa, la forma en la que quieren morder mi dedo (suavesito y con cariño porque no son agresivos), la forma en la que me piden que les abra la puerta, la manera en la que se suben a mi mano, como reúnen su comida en un solo lugar… y todo. Así de simple.

Ya van dos días, y por fin sé lo que es tener una responsabilidad, una que de hecho, me gusta muchísimo, y por fin sé, también, que realmente los dientes de un hamster son poderosos.

Para ustedes, ricuras:

Los voy a cuidar cómo nadie tiene idea.

Porque me hacen estar sentada en el suelo durante horas sólo para verlos, porque me encanta jugar con ustedes y darles de comer, porque no puedo dejar de decir “coshita bella” “qué cosha quele” “¡ay que peshosho!” cuando me dirijo a ustedes, sólo les pido que no se peleen mucho.

Gracias por dos pedazitos llenos de vida, siempre fue mi sueño.


***
PD: son una de mis alegrías, y escribí sobre eso wujuuu :)

martes, diciembre 23

Sonreír con lágrimas en los ojos.

Cada vez te acercabas más a mí, yo estaba inmóvil, sabía que ese sería nuestro último beso. El más suave, el más lento, y antes de que terminara empecé a llorar. No podía asimilar que era el último. No podía creer que tenía que separarme de ti, tal vez luego de un año ya ni te importaría qué hago de mi vida, ayer querías saber a qué hora me levanté y qué almorcé.

Terminaste de besarme y me cogiste la cara con tus dos manos, hiciste que te viera de frente, viste mis ojos llorosos y me abrazaste. El último abrazo.

Adiós.

Di media vuelta y caminé. Todo lo que había pasado contigo... algo me hizo sonreír. Sin embargo, igual me dolía, era el dolor más grande. Lo digo en serio, no hay dolor mayor. Quienes han amado y han dicho adiós saben lo difícil que es.

Estoy caminando en una dirección contraria a la tuya, tan simple sería voltear y correr hacia donde estás. Pero elegimos este camino, o mejor dicho, nuestros propios caminos. Me gustaría hacerte saber lo feliz que me has hecho y que estar a tu lado es lo más lindo del mundo, pero debo seguir caminando.

Recuerdo la emoción que sentí cuando me dijiste que me querías, todo era color de rosa e ilusiones. Poco a poco empezamos a conocernos, y a querernos de verdad, unas cuantas peleas, unas cuantas disculpas. Pasamos momentos alegres y tristes y con eso aprendimos a amarnos, unas peleas, unos llantos, un orgullo y un perdón sincero.

Aprendí qué musica te gusta, qué bromas te gustan, qué comida, qué color, qué deporte, qué te da celos, qué te molesta, qué te hace llorar, qué te hace reir...

Aprendí que no tienes cosquillas, que tus abrazos son los mejores, que a veces necesitas que alguien te cuide y te engría, que me encanta ser ese alguien, que cuando estás enfermo igual juegas fútbol, que eres sensible, que dices lo que piensas, que pedirte perdón no es fácil, que cuando pides perdón es porque en realidad lo sientes, que podías ver películas que no te gusten por mí, que cuando dices "ajá" es porque algo te molesta, que cantas bien aunque digas que no es así, y que eres la persona más fácil de amar.

Sé demasiado sobre tí, sabes demasiado sobre mí, esto no se puede acabar. Sigo caminando y quiero voltear, me tengo que controlar. Contigo he compartido demasiados momentos, no me quiero separar de ti, si quieres lloro contigo, si quieres intento hacerte reír.

No. Tengo que aceptarlo.

Me acuerdo de la primera vez que fuimos al cine, de la primera vez que nos besamos, de la primera vez que me hiciste cosquillas, que me pegaste con un cojín, que me tiraste al mar, que comimos juntos, que llegamos tarde a claun, que tuve celos, que me cogiste de la mano, que dejamos a todos para estar solos, que te escribí algo, que me despertaste con un mensaje, de la primera vez que te vi.

Y de nuevo, a pesar de tener lágrimas en los ojos, algo me hizo sonreir.

lunes, diciembre 15

Desesperación en un pozo.

Fue como estar a punto de salir de un pozo.

No. Me equivoco. Creo que aún no estaba tan cerca, pero aunque sea ya podía ver la luz, después de días llenos de oscuridad, encerrada bajo la tierra en la profundidad de un pozo, por fin estaba subiendo y me atrevería a decir, que además de la luz, llegué a ver tu imagen asomándose. Eso me dio fuerzas, hizo que empiece a subir más rápido, sabía que estabas ahí por mí, me buscabas.

Dijiste “Sube, estoy aquí” y cuando estuve a punto de llegar, tú volteaste y alguien me tiró una piedra. Yo caí. Y tú gritaste “¿Dónde estás?”, traté de gritar desde abajo que me hicieron caer, que no sé quién fue, que por favor me ayudes a subir, pero como estaba tan lejos y tan debajo de ti, no me escuchaste. Creíste que yo ya no quería nada, pensaste que prefería quedarme atascada en un pozo que llegar arriba contigo, y mientras estaba subiendo de nuevo, dijiste cosas con la cabeza caliente que me quitaban las fuerzas para seguir. Sin embargo, tuve que lidiar con eso y con algunas piedras que caían de no sé donde, y seguí subiendo, trataba de hacer que tus palabras no me afecten, y empecé a gritar “Perdón”. Como estaba más cerca de ti, ya podías escucharme, el problema era que no querías hacerlo.

De nuevo, ahora sí estaba extremadamente cerca, cogí tu mano dispuesta a olvidar todo lo que dijiste y te expliqué lo que pasó: no fui yo quien retrocedió, alguien me atacó, pero aquí estoy, volví a subir.

Fue cuando dijiste “No te creo”, solté tu mano y volví a caer.

-


Ahora caminas lejos (o quizás cerca, no lo sé) del pozo y yo sigo encerrada porque sólo saldré cuando vuelvas, si supieras lo desesperada que me sentí, no te pude hacer entender, y me pregunté si algún día encontrarías a la persona que me tiró esa piedra y dirías “¿por qué no le creí?”

Si querías hacerme caer, lo hubiera aceptado. ¿Pero por una tercera persona que es cobarde? No, no puedo soportarlo. A pesar de eso, no saldré a buscarte, no sé dónde estás. Tu sí sabes dónde estoy.

En el pozo.

Sácame, por favor.

Yo.

Depende de quién seas, te puedo querer u odiar, te puedo caer bien o mal, te puedo haber dicho cosas lindas o feas alguna vez, puedo haber peleado contigo o nunca haberte hablado, puede ser que me conozcas mucho o sólo me hayas visto, que quizás me extrañes o te quieras alejar de mí, no lo sé. Cada persona me ve de distinta manera, hoy mientras regresaba a mi casa en un taxi me pregunté, ¿Cómo me veo yo?

Soy como todos: tengo cosas buenas y malas. Y soy tan distinta: soy yo.

Soy demasiado insegura, no sólo de mi misma, sino también con varias personas que me rodean. Siento muchas veces que no puedo hacer algo y que si lo intento me va a salir mal, y cuando lo hago, yo sola me lo confirmo. No creo en eso de que si piensas algo, se va a cumplir, creo que uno necesita más que sólo pensarlo, se necesita esfuerzo, gusto, y por qué no decirlo, talento. Soy insegura con las demás personas porque no creo que les importe mucho si me dañan o no (ojo: no todos están incluidos), eso hace que se me haga difícil confiar en los demás, y aquí hay algo contradictorio: le cuento mis cosas a la gente. No digo que ventile todo lo que sienta, haga o me pase, es sólo que a veces necesito desahogarme y estoy hablando y viene alguien y digo “Puedes escuchar, normal" porque no me pienso callar o guardarme lo que necesito expresar sólo porque llegó alguien. Aunque eso no es confianza, porque no me interesa si la gente se entera de mis cosas, es decir, de las cosas que hablo. Porque como todos, tengo vida privada. Vida privada de la cual no necesito hablar. Si digo que no confío en muchas personas es porque siento que sólo algunas van a estar conmigo hasta el final, y no podría abrirme ante alguien si no sé si algún día me dejará sola, algo que creo de la mayoría de personas. Son pocas las que no traicionan (aunque ésa es una palabra un poco fuerte).

Soy orgullosa, y demasiado. Sé pedir perdón, pero si me has hecho daño, olvídate que al menos te haga conversación. No soy vengativa, no gastaría mi tiempo en devolver un daño, además, creo que responder con el orgullo es más eficiente.

Me molesta que esté (o haya estado) de moda que las personas pongan en su “acerca de mi” que odian a la gente hipócrita. Es algo irónico, ya que es hipócrita decir eso, esto es porque NADIE se salva de haber hablado mal sobre alguien, y luego estar con esa persona de lo mejor. No lo voy a negar, la hipocresía es molesta, y yo no me libro de haber puesto en mi “acerca de mí” que la odio. Es que hay gente que llega al extremo, pero tampoco voy a negar que he rajado y lo he ocultado. Y si lo escondo, puede ser por dos razones, porque esa persona en verdad me importa, y si hablé mal de ella, fue porque estaba con la cabeza caliente, y no quiero pelear o malograr algo diciéndole que dije comentarios no muy agradables sobre ella (es decir, le puedo decir sus defectos pero no le digo si rajé o no), o porque esa persona fue hipócrita conmigo y no me importa entonces comento lo que quiera sobre ella, y si se entera, normal. Es como que si sólo me diera flojera decirle boludeces porque no me parece que la persona valga mi tiempo, pero si ella me lo pregunta, admitiría que hablé mal. Total, no me interesa.

Tal vez ahorita estás pensando “¿Cuántas veces habrá rajado Aixa de mí?” Te dejo la duda.

(Aunque mucha de las personas que leen lo que escribo, son personas de las cuales nunca he rajado, ni lo haré.)

A veces me dejo llevar por mis emociones, y eso hace que me vea histérica, muy sensible, tal vez dramática (otra cosa contradictoria, ya que odio el drama), e impulsiva (a veces doy manotazos, ¡perdón!). Otras veces sé guardarme bien lo que siento, lo que hace que sonría todo el día para luego llorar en la oscuridad de mi cuarto, justo antes de dormir. Y esto es un elemento más para mi lista de contradicciones: Siempre trato de mostrarme cómo me siento, pero hay casos que ameritan una sonrisa falsa.

Soy caprichosa y engreída, trato de controlarlo para no dañar a las demás personas, pero a veces no puedo lidiar con eso y termino afectando a terceras personas que no tienen porqué aguantar mis caprichos y engreimientos. Le pido disculpas a toda persona que alguna vez me ha aguantado y a toda aquella que no lo ha hecho y yo he pretendido que tenía que hacerlo.

Muchas veces me he quedado callada cuando me siento molesta, en vez de decir de frente que algo me está incomodando. Eso es tan tonto porque sólo me amargo la vida a mí y a la gente que me quiere ayudar poniendo mi cara de poto.

Soy extremadamente tímida con la gente nueva, no me gusta meterme a cursos que no estén relacionados con la gente de mi colegio, ya que cada vez que lo he hecho (o mejor dicho, que he sido obligada) la he pasado mal. Se me hace difícil entablar una conversación, con cualquier persona, hay veces en las que simplemente no sé qué decir, y pienso en algo para hacer más larga mi respuesta y que no se quede en un “Sí” o “No”, pero no se me ocurre nada. Y me parece mucho más difícil conversar con alguien completamente nuevo y en quien no tengo la confianza suficiente. Creo que la mayoría de los Patavips sabe perfectamente a qué me refiero cuando digo que soy tímida, y hablando de ellos, son el único grupo con el que me llegué a soltar fuera del colegio, y el claun es el único taller en que no la he pasado mal. Bueno, no siempre.

Como ya mencioné antes, no soy vengativa, pero si tú no me quieres, yo tampoco lo haré. Si no te importo, tampoco me importarás. Si no me hablas, yo tampoco lo haré. No soy insistente y no soy de las personas que en el Messenger te saludan todos los días sin darse cuenta que no quieres hablar con ellas. Por mí, muchos se pueden ir al infierno.

Soy celosa (y mucho), todos lo saben. Esto no necesita mayor explicación que algunas palabras: a veces exagero, me jode altamente ser así.

Hay veces en las que me siento basura, cuando tengo todo lo que necesito. Una amiga me dijo “Cariño te sobra” y quizás sea cierto, entonces, ¿será que no lo sé valorar? ¿O será una simple etapa adolescente?

Odio ser adolescente y odio ese término. Odio a los bichos y que mi pelo se esponje. Odio que la mayoría de gente odie a las ratas, que esté de moda odiar el pop, que hayan cosas de moda, las huecas, las putas, que la mayoría de la comida saludable sea fea, que mi cabello no sea lacio, no haber ganado más que una galleta en una rifa, los pitucos, las combis en especial si están con un radio chicha a todo volumen, el reggaetón, los borrachos, los ambientes de peña, sudar, la nueva directiva del colegio, los chismosos. Odio que una persona piense que todo el mundo se copia de ella, odio cuando la gente se copia, cuando me dicen “¡te cuento! No mejor mañana”, cuando me insisten, cuando me reclaman algo que no quiero hacer, cuando alguien se hace el ofendido, cuando rajan de alguien a quien quiero, cuando discriminan, cuando pierdo un partido, cuando me quieren sacar celos.

Oh pero no te desilusiones, también tengo cosas buenas. Creo ser confiable, y por alguna extraña razón la gente confía en mí. Muchas personas que recién conocía me contaban su vida entera sin saber por qué, y ninguna de ellas se ha arrepentido, pues no tengo porqué publicar sus cosas, y si lo tuviera, igual no lo haría.

Hago lo que tenga que hacer sin importarme qué piensen los demás. Si me tengo que sacar un moco, acomodarme el bracier o el calzón, sacar una toalla higiénica, o arreglar cualquier cosa que me esté incomodando en un lugar público, lo hago. Es que no me parece justo, por ejemplo, que además de tener que soportar la regla tenga que aguantarme el esconder mi incomodidad. O si un moco está pegado a tu nariz, más vergonzoso sería que estés hablando y se te caiga, además todos tenemos mocos.

No creo ser graciosa, pero me río de todo. No sé si soy una persona alegre, tengo días en los que paro deprimida, y días en los que sólo hablo tonterías y cuando no estoy haciendo eso, estoy bailando (no me gusta bailar, si lo hago, es sólo chongo) o jugando.

Me encanta soñar y creo que lo más lindo del mundo es estar enamorado (a), pase lo que pase, es lo más lindo. Es lo que siempre te saca algo sincero, ya sea una sonrisa o un llanto. Al menos a mí.

Ya me dio sueño y no quiero escribir más, creo es una de las cosas más largas que he escrito, eso me hace sentir muy egocéntrica. De todas maneras, creo que es bueno analizarte a ti mismo (a) porque te puedes conocer un poco más. Por ejemplo, no sabía que habían tantas contradicciones en mi forma de ser.

jueves, diciembre 11

Quisiera.

Quisiera que todo lo que quiero se cumpla.

Quisiera no haber peleado contigo,
quisiera no haber abierto la boca,
Quisiera que no me sangren los labios,
quisiera que mi internet no se vaya.
Aún mas quisiera que mi profe no se vaya,
y quisiera tener el poder para poder evitarlo,
o al menos la fuerza para poder superarlo.

Quisiera sonreír,
que tanto esfuerzo valga la pena.
Quisiera marcar tu número para decir "Te amo",
sentirme bonita aunque me vea fea,
retroceder el tiempo y cambiar muchas cosas,
retrodecer el tiempo y repetirlo mil veces.

Quisiera nunca haber visto esa mirada de odio,
caerme en la tierra y reírme de todo,
mirar al cielo y encontrar una estrella,
estar en tus brazos con los pies en el aire.

Quisiera tener cabello bonito,
estar en la nieve y no morirme de frío,
tomarme una foto con Papa Noel bien gordito
y demostrar que su vida no es una mentira.
Ser vegetariana y comer mucho kentucky,
ser buena en algo
y no haberte dañado.

Quisiera no temerle a la oscuridad,
no ser tan insegura
y que no me hagas llorar.
Jugar a las escondidas y nadie me pueda encontrar,
pero que no me dejen de buscar.

Quisiera que a mucha gente le vaya mal,
quisiera no desear eso y no tener celos.
Quisiera que sepas cómo me siento
y que te des cuenta de lo que quiero.
Quisiera ir a un concierto,
gritar "Simple Plan"
y cantar "Welcome to my Life".
Ir a Disney
y entrar en el desfile.
Ir a un partido de basket
y reírnos hasta más tarde.

Quisiera que el planeta no se destruya
y no ver en el suelo tanta basura,
que el tiempo pase más lento,
y viajar a la luna.
Volver en paracaídas
y que la vida no se haga rutina.

Pero sólo querer no basta...

sábado, diciembre 6

¿tres días = toda la vida?

¿Sufrir toda la vida? No lo creo. Siempre lo lamentaré pero no lloraré hasta la muerte.

No es que en un futuro ya no lo vaya a extrañar, es que debo aprender a caminar sin él, justo como me enseñó. Y sé, al igual que todos, lo difícil que es decir adiós.

Ahora estoy sensible, un poco histérica, bastante inmadura. Sólo espero que me entiendan, pues no paso por un buen momento. No necesito que me digan que no puedo estar así siempre,

pero recién han pasado tres días, y aún no termino de decir adiós.


4 de Diciembre 2008.

miércoles, diciembre 3

No se vaya, porfavor

Lamentablemente no lo puedo evitar, ninguna de las dos cosas. No puedo evitar que se vaya y no puedo evitar llorar.

"La gente va y viene" me dicen como consuelo. Es verdad, yo lo sé, pero duele. Y duele más saber que la vida es así, y por lo tanto, esta no será la última vez que me pase algo como esto.

Estábamos bien y entramos a un salón, uno en donde hemos llorado y reído muchas veces, donde hemos tenido muchas conversaciones fuertes. Él se sienta frente a nosotras y nos dice que se debe ir. Es increíble lo rápido que se nos fue la sonrisa de la cara. Es increíble lo rápido que se derrumba la felicidad.

Ninguna de nosotras lo entiende, él tampoco. Sólo sabemos que así va a ser. La decisión fue tomada por terceras personas, personas que no entienden nada. Personas que mienten y hacen lo que quieren sin importarles a quien dañan, esas mismas personas que usan una túnica de sacerdote y dicen amar a Dios, esas que van a la iglesia todos los días.

Para consolarnos, él nos dice que un entrenador es pasajero, que el equipo debe pasar por varios entrenadores. Pero tanto él como nosotras, sabemos que eso no es cierto. Un entrenador es parte del equipo, y como todo miembro de este, no es fácil alejarse de él.

Aquí nadie va a reemplazar a nadie.

Me alegra haberlo conocido, me hace sonreír el pensar que fuimos unas de las afortunadas de ser sus deportistas. Me hace bien el saber que pude conocer al mejor profe del mundo (no sólo de basket, también de colegio, academias, teatro, etc...), lo digo en serio: el mejor. Quizás sea malo sentir esto, pero no me alegra que hayan unas nuevas afortunadas. Sólo espero que a donde sea que vaya, lo sepan valorar. Y como soy egoísta y celosa, también espero que a ningún equipo las quiera tanto como a nosotras.

¿Qué más puedo decir?

Gracias.

Por todo lo que nos ha enseñado, por todo lo que se ha preocupado por nosotras, por ser nuestro amigo.

Acabaría la lista pero las lágrimas se gastan.

Lo quiero mucho, Juan Rodolfo Pozo.
Muchísimo.

Aixa.