una tarde, un programa de televisión, Edgar Allan Poe, los dibujos animados antiguos, las cosquillas, los juegos, los dibujos, los libros, una clase de antropología, las galletas de vainilla con leche condensada, seis muffins y una velita, las risas, tu guitarra, tu familia, las camisas a cuadros, la mejor compañía y una relación.
La relación que vas más allá de la etiqueta de "enamorados". Tú eres más que eso. Tú eres la persona, la única, con la que puedo conversar de absolutamente todo. No importa si es absurdo, puede ser profundo, puede ser complicado, puede ser cualquier tontería: es bueno saber que siempre vas a estar aquí. Eres al que acudo cuando tengo miedo y cuando no, porque lo malo contigo disminuye y lo bueno se multiplica. Eres la mano que siempre quiero tomar al caminar, porque desde que llegaste, sé que todo es mejor al compartirlo contigo. La persona que se ganó toda mi admiración, por lo que eres, por lo que piensas, y por cómo actúas, y por todas tus emociones que te hacen completamente humano y, sin embargo, te regalan una esencia sobrehumana. Eres la única persona que se sentó frente a mí con una guitarra y me dijo que estaba nervioso. Eres el niño con el que puedo jugar y escaparme de lo absurdo de la sociedad, y el chico maduro que me enseña aquel cuarto nivel del que habló una vez mi profesor de antropología, aquel nivel en mi interior que ni yo misma conocía, y tenía escondido todo eso de lo que soy capaz. Y sí, porque me enseñas tantas cosas nuevas y me hiciste notar que soy capaz de amar. Y, sin querer, me exiges que madure, porque, aunque en verdad no lo hagas, sé que tengo que hacerlo para que todo esto sea cada vez mejor. Y hay momentos en que piso tierra y pienso en que debo ser muy cuidadosa y tomar en cuenta todo detalle. Porque esta vez (y, por primera vez en mi vida puedo decirlo) va en serio, esto no es ni parecido a cualquier otra cosa en el mundo, porque en nosotros encontré una relación pura e inocente que me genera ilusiones, tal y como la de unos niños, y a la vez, una relación seria que me plantea un proyecto de vida y me llama a madurar.
Me llama a madurar, sí, y me llama a vivir. A vivirlo todo a tu lado, sabiendo que contigo puedo bailar, jugar, saltar, correr, reír, llorar, dibujar... y es que siento que estás dispuesto a aprender nuevas cosas y enseñarme a mí otras, y esa es una de las miles de razones por las cuales eres la mejor compañía para todo. Jamás olvidaré aquel momento en el que cruzamos miradas mientras tocabas "Don't let me down" de The Beatles, o la primera vez que me dijiste "estás hermosa" sentados en un escalón de la calle a medianoche, y cómo bailamos la música que nos gusta, y es genial saber que, al mismo tiempo, podemos quedarnos una tarde viendo películas o comiendo dulces, o jugando cartas, qué sé yo, sé que podemos hablar durante horas sin cansarnos o ir a comprar ropa o torturarnos haciéndonos cosquillas, o ese increíble paréntesis en el tiempo en el cual mirábamos el techo mientras oíamos vinilos... mucho sería mencionar cada cosa que hacemos juntos, porque no alcanzaría aquí, aunque poco es escribirte esto, porque nunca me parecerá suficiente.
Pero como siempre, el escribir es una excusa para decir algo, y en lo poco que puedo expresar de esta forma, quiero darte gracias a ti, a Dios, al destino, a la suerte, al universo y a las coincidencias el haberte conocido. En especial a ti, por haberme permitido conocerte, y por ser tal cual eres, permitiéndome vivir cosas completamente nuevas. Como aquellas cosas que pasan desapercibidas ante los ojos de los demás, quizás una conexión a través de dos miradas, o tal vez el significado de arrancarse el orgullo del corazón.
¿Que si tengo enamorado? Más que eso, en realidad, más que eso.